viernes, 13 de diciembre de 2013

Mein Führer Blog dedicado al estudio de Hitler,

Aniversario de la muerte de Hitler





  

Si uno coge un periódico o lee las noticias habitualmente en Internet, las fechas 20 y 30 de abril se encontrará fácilmente con un nombre: Hitler. No solo eso, casi todas las efemérides del periodo del III Reich son puntualmente recordadas: el 30 de enero, la quema de libros, la noche de los cuchillos largos, la noche de los cristales rotos, el Pacto de Múnich... año tras año la prensa nos lo recuerda con puntualidad. ¿Porqué? Debe de haber alguna misteriosa asociación puesto que ¿conocemos otros periodos de la historia con la misma precisión? La "popularidad" de Hitler es tan inmensa que no hay día que no aparezca en la prensa por algún motivo. Doce años de la historia que han sido estudiados hasta el mínimo detalle. Ningún periodo de la historia ni ningún personaje histórico han vertido tantos ríos de tinta... y de controversia. 

A la vez que se prohíbe el famoso libro de Hitler, Mi Lucha, le habla de él de forma absolutamente desmesurada. ¿Qué sentido tiene la prohibición si se habla de Hitler constantemente? Muchas personas querrán leer sobre Hitler, querrán leer su libro, mientras se les recuerde constantemente su figura. El peligro que supuestamente representa Hitler y el nacionalsocialismo queda en tela de juicio ante tanta información. Nuestro actual modelo de sociedad se basa, casi como una religión, en la derrota de Hitler. El Führer es una de las únicas personas del mundo en la que, si se le compara a alguien con él, puede ser llevada a los tribunales. A buen seguro que eso encantaría a Hitler.

A menudo nos confunden con defensores de Hitler. Simplemente porque no nos conformamos con los libros de historia. Hay lectores que se conforman con lo que leen. A otros, sencillamente no nos gusta que nos tomen por tontos. En el caso de Hitler es tan claro que a veces sonroja leer sobre él.

Una de las falacias más populares a la hora de difamar a Hitler es decir esa tontería de que la historia se repite si no la recordamos etc. Eso es una idiotez. La historia no se repite jamás. Además, Hitler es absolutamente inimitable. Nunca habrá nadie como él, no se si afortunada o desgraciadamente. Los grupos llamados "neonazis" no tienen nada que ver con Hitler. Más bien parecen una burla que la prensa utiliza para desacreditar más a Hitler.


Se dice que Hitler fue un cobarde por suicidarse. Pero ¿qué otra alternativa tenía? Su muerte fue un hecho perfectamente coherente. Podemos criticar su política, sus crímenes si se quiere, pero su muerte le engrandece. Porque, a pesar de las difamaciones, con su muerte creo un halo mágico y de misterio que siempre le rodeará. En sus últimas horas declaró:

No quiero que mi cuerpo se exhiba en un museo de figuras de cera o algo parecido. Quiero que los rusos sepan que he estado aquí hasta el último instante. 

En su testamento privado dijo:

Puesto que creí, en mis años de lucha, que no debía asumir la responsabilidad de contraer matrimonio, me he decidido ahora, a punto de terminar esta mi vida terrena, a tomar por esposa a la muchacha que, tras largos años de fiel amistad, entró voluntariamente en la ciudad, ya casi sitiada, para compartir su suerte con la mía. Por deseo suyo va a la muerte conmigo y como esposa mía y la muerte nos resarcirá de lo que mi labor al servicio de mi pueblo nos ha robado a los dos. Lo que poseo pertenece, en lo que pueda valer, al Partido. Si éste dejase de existir, al Estado. Y si también fuese destruido el Estado, ya no será precisa una ulterior decisión mía al respecto. Mis cuadros, integrantes de las colecciones por mi adquiridas a lo largo de los años, no los he coleccionado nunca por razones de orden privado, sino que lo hice siempre con la intención de crear una galería de pinturas en mi ciudad natal de Linz... yo mismo y también mi esposa, elegimos la muerte para evitar la vergüenza de la fuga o la capitulación. Es voluntad nuestra ser inmediatamente incinerados en el lugar mismo en que durante doce años de servicio a mi pueblo, he llevado a cabo la mayor parte de mi labor cotidiana.


Yo fui el piloto de Hitler -3ª parte-

Un ejemplo de la discreción de Hitler lo encontramos cuando quiso visitar París, una vez derrotada Francia. Nos dice Baur que Hitler quiso llegar antes de que la población se despertara. Sin embargo, había transeúntes por las calles y Hitler fue reconocido.  Hitler visitó los Campos Elíseos hasta la tumba del soldado desconocido. Después examinó el Arco del Triunfo y la comitiva se fue hasta el Louvre, Trocadero, la Torre Eiffel, la Ópera  y los Inválidos, en donde Hitler visitó la tumba de Napoleón. A la vuelta, un neumático del coche de Hitler reventó y hubo que repararlo. Entonces Hitler fue reconocido de nuevo por trabajadores del aeropuerto. Según Baur, todos rieron mucho con Hitler, lo que dista mucho de la imagen de desprecio hacia otros países que se ha querido dar en Hitler.

Otro ejemplo lo tenemos en el relato que hace Baur de la repartición de territorios de los países del Este. Según Baur, "la repartición de los territorios no causaba ninguna alegría. En una ocasión Hitler le contó que había recibido a una delegación de la Ucrania subcarpática, que llegó para suplicarle que no incorporara este país a Hungría. Hitler lo aprobó interiormente, pero le dijo que había tenido que rechazar esa petición así como la demanda de la delegación de ser incorporados al estado alemán. Hitler le dijo que al final de la guerra Polonia sería restablecida con un gobierno propio, perdiendo solo el corredor de Dantzig.

La delegación de Ucrania causó mucha pena a Hitler pero no pudo atender sus peticiones puesto que Hitler ya había pactado con el regente Horthy. Probablemente Hitler hubiera preferido atender las peticiones del pueblo, pero en lo tocante a sus aliados, Hitler solía mantener su palabra, como siempre lo hizo con Mussolini. También con Franco Hitler se mostró como un aliado, en contra de sus intereses, puesto que Hitler quería conquistar Gibraltar. Hitler prometió devolver Gibraltar a España una vez pasada la guerra, pero Franco decepcionó a Hitler rechazando sus ofertas. Por contra, Pétain le parecía a Hitler un hombre digno. Siempre que se entrevistó con él hizo todo lo posible "para no tomar el aspecto de un vencedor ante él."

En una ocasión, con motivo de la visita de Mussolini al frente del este, se hicieron millares de prisioneros ucranianos. Hitler ordenó liberarlos. Muchos de los prisioneros se declararon ucranianos para poder ser liberados. Según Baur, muchos de los prisioneros liberados se unieron a las tropas soviéticas. Hitler hizo traer a un médico que se encontraba entre los prisioneros y conversó durante bastante tiempo con él. Como vemos, Hitler en ocasiones conversaba con las gentes de los lugares conquistados. Baur también habla de que las relaciones con la población de Rastenburg "eran excelentes".

Baur también nos da cuenta del amor que sentía Hitler hacia los animales. Nos dice que Hitler no apreciaba la pesca deportiva, pero que la situaba por encima de la caza (el mismo Baur era un aficionado a la pesca deportiva). Hitler experimentaba aversión hacia los cazadores de domingo, y solo admitía la caza cuando era indispensable para alimentarse. Si se le presentaban películas sobre caza solía exclamar "¡Qué espectáculo repugnante!" y se cubría los ojos pidiendo que le avisaran cuando terminara la secuencia.

Sobre Stalingrado, Baur nos dice que tuvo un gran impacto en Hitler. Dice que esa rendición tuvo repercusiones en su estado físico. Cuando tuvieron acceso a las fotografías tomadas en Moscú de Paulus, Hitler las miraba con mucho detenimiento para comprobar si eran auténticas. A partir de entonces, Hitler comenzó a desconfiar de sus generales. Según Baur, Hitler ya no aparecía en las comidas y prefería comer solo o con compañías muy selectas.

Sobre la invasión de Rusia, en una ocasión Baur oyó preguntar a un Gauleiter cuándo decidió Hitler atacar a Rusia. Su respuesta fue asombrosa:

Cuatro semanas antes del comienzo de la guerra con ella.

Baur también nos da cuenta del dominio que tenía Hitler de sí mismo:

"Cuando Hitler escuchaba alguna  noticia que le impactaba especialmente, crispaba las manos detrás de su espalda y, con la cabeza levantada, recorría diez o quince veces la habitación a grandes pasos. Luego cesaba bruscamente la contracción y el rostro retomaba su expresión normal. Hitler retomaba la conversación como si no se hubiera encontrado al borde de su resistencia física en el instante precedente."

Sobre los días finales de Hitler, Baur también nos da cuenta de las palabras de Hitler en aquellos días:

Estoy desdichadamente reducido aquí. Mis generales me han traicionado y vendido, mis soldados no quieren luchar y yo no puedo ya más.

Baur propuso a Hitler sacarlo del cerco de Berlín. Le dijo que había todavía aviones que lo podrían trasladar a Argentina, a Japón o a algún país musulmán, en donde Hitler era apreciado. Sin embargo Hitler le hizo entender a Baur que permanecería en Berlín hasta morir:

Tengo todavía dos posibilidades: ir a las montañas o reunirme con Dönitz en Flensburg. Pero quince días más tarde estaría en el mismo punto que hoy, frente a la misma alternativa. La guerra terminará en Berlín, me quedo en Berlín y sucumbo con él. Hay que tener coraje para sufrir las consecuencias... ¡Voy a terminar! Lo se, millones de hombres van a maldecirme mañana... el destino lo quiere así. Los rusos saben perfectamente que estoy aquí, en el bunker, y temo que arrojen obuses de gas. Durante la guerra inventamos un gas que duerme a un hombre durante veinticuatro horas. Nuestro servicio de información ha sabido que los rusos también lo tienen. Es imposible imaginar que pueden tenerme vivo. Disponemos aquí de una defensa contra los gases, pero, ¿quién podría fiarse de ella? No yo, en todo caso... así que voy a terminar hoy.

Tengo todavía dos misiones para usted, Baur. Le confío la responsabilidad de incinerar el cuerpo de mi esposa y el mío. Además, he designado a Dönitz para sucederme. Bormann tiene cierta cantidad de documentos que deben ser trasmitidos al almirante. Arréglese usted para salir de aquí. Es muy importante que Normann alcance a Dönitz. 

Hitler estrechó fuertemente la mano de Baur:

- Baur, habría que escribir sobre mi tumba: "¡Fue la víctima de sus generales!"

Cuando los cuerpos de Hitler y Eva Braun fueron incinerados,  Baur se mostró asombrado de que ya se hubiese procedido a la incineración. Goebbels le dijo que Hitler encargó a todos los que se había despedido que incineraran su cuerpo. Eso era para él muy importante. Según le dijeron a Baur, Hitler se había matado de un tiro en la sien.

Finalizo el repaso a las memorias de Baur. A continuación ilustro este post con imágenes de Hitler en su refugio alpino poco conocidas que lo muestran relajado y distendido mientras es visitado por numerosos ciudadanos. Podemos observar la paciencia de Hitler al ser agasajado por las masas:















































Seguimos a vueltas con el cadáver de Hitler

Ya vimos hace poco que unos investigadores llegaron a la conclusión de que los restos del cráneo de Hitler que se encuentran en Moscú pertenecían al cadáver de una mujer. Ahora los rusos han salido al paso de esa noticia diciendo que guardan la mandíbula y partes del cráneo de Hitler. Dicen que los restos de Hitler fueron destruidos por orden de los dirigentes soviéticos. También aseguran que su tumba en Alemania Oriental se guardó en secreto para que no se convirtiera en un santuario de neonazis y que sus cenizas fueron esparcidas a un río. Eso sí, aseguran que guardaron un trozo de cráneo y mandíbula que se encuentran en la sede  del Servicio Federal de Seguridad, lo que antes era conocido como KGB.





El actual jefe del Servicio Federal de Seguridad  Yuri Jritoforov, ha reiterado que los restos de Hiter y otros dirigentes del III Reich fueron destruidos para evitar que sus tumbas se convirtieran en un centro de peregrinación. Asegura que el 4 de abril de 1970 sus cuerpos fueron incinerados y sus restos arrojados al río Biederithz.  Al ser preguntado por las informaciones publicadas por científicos de la Universidad de Connecticut en donde se aseguraba que los restos que quedan pertenecen al cadáver de una mujer el general ruso ha dicho que "ningún investigador norteamericano ha presentado una solicitud al Archivo del FSB "y aunque permitiéramos tomar muestras de ADN, nos preguntamos con qué compararían esos datos".

Evidentemente en esta historia algo falla. Nos encontramos ante un problema a la hora de contrastar las informaciones ya que la Unión Soviética jugó durante muchos años al engaño con el asunto del cadáver de Hitler. Y parece que la actual Rusia sigue la misma táctica.

Uno de los encargados de quemar el cadáver de Hitler fue su chófer  Erich Kempka. En su libro "Yo quemé a Hitler" asegura que el fuego consumió los cadáveres de Hitler y Eva Braun pero que "una incineración completa parecía imposible debido a la constante caída de granadas soviéticas. La operación duró desde las 14 horas hasta las 19.30 aproximadamente. En el transcurso de la tarde conseguí que mis hombres se procurasen , en las más difíciles condiciones que cabe imaginar, varios cientos de litros más de gasolina."

Más adelante Kempka asegura que "los restos carbonizados de Hitler y su mujer fueron recogidos a continuación y sepultados en una pequeña tumba al pie del muro de la que había sido mi vivienda."

Como vemos, por mucho que los rusos se empeñen, todo son rumores en torno al cadáver de Hitler. Las noticias más inverosímiles surgen cada cierto tiempo. Yo tengo la sospecha de que, ante semejante  caos de información, se pretende engañar al público de manera descarada. Se oculta información, se engaña y se miente de manera deliberada. Como siempre, debemos de ser muy cautos y no creer la información ambigua que nos llega.

Nuevas investigaciones sobre el cráneo de Hitler


Sobre los restos atribuidos a Hitler y que se encuentran en Moscú, ya hice un post hace un tiempo. Personalmente nunca he creído que esos restos fueran de Hitler. Pero ahora el hecho parece corroborarse con unas investigaciones recientes de ADN. Parece que los análisis de ADN hacen más por la historia que los mismos historiadores. Pero bueno, vayamos a la noticia en si. Unos investigadores estadounidenses han llegado a la conclusión de que el cráneo que se encuentra en Moscú, corresponde al de una mujer de entre 20 y 40 años. Y la noticia, como no, ya ha hecho saltar nuevas especulaciones en torno a Hitler. La primera que me llama la atención es que se deja caer que Hitler probablemente no murió en el búnker. A nadie se le ocurre pensar que su cadaver, que fue incinerado, fuera esparcido por una ciudad repleta de cadáveres. De confirmarse que el cráneo de Moscú no es el de Hitler no creo que la historia cambie sustancialmente. Simplemente el cadaver de Hitler desapareció y punto. Por cierto, ese fue el deseo de Hitler, que nadie encontrara su cadaver. No creo que este descubrimiento tenga que cambiar en absoluto la historia. Simplemente corrobora las sospechas de que los restos encontrados por los rusos son falsos. Es conocida la obsesión de Stalin de tener el cadaver de Hitler. Es probable que le llevaran uno falso para saciar su sed de venganza. Se dice que el dictador sovietico utilizaba el craneo de Hitler como cenicero. Claro, que eso también puede ser un mito. Para mi lo que debemos extraer de este nuevo estudio es lo siguiente: el cadaver de Hitler nunca se encontró. No creo que el hecho de que el famoso cráneo de Moscú sea el de una mujer, nos venga a demostrar que Hitler fue un cobarde y no se pegó él mismo un tiro. Esto entra ya dentro de la llamada "industria Hitler" y que, una vez más, se ha puesto en marcha con un nuevo tema. La noticia la podéis ver aqui.

Telegrama de Hitler

A la izquierda, uno de los últimos telegramas secretos de Hitler desde el búnker enviado a Jodl, el mismo día de su muerte.

Contestando a una pregunta del anterior post, el testamento político de Hitler fue firmado por Goebbels, Bormann, Burgdorf y Krebs. Se hicieron tres copias porque Hitler estaba muy interesado de que al menos una llegara al exterior. Tres hombres diferentes se encargaron de que llegaran a su destino.  El viaje fue muy azaroso: ninguno de los tres hombres logró llegar a su destino pero fue mérito suyo que los documentos se quedaran para la historia.  Desconozco dónde se encuentran en la actualidad esas copias del testamento político de Hitler.

El Testamento de Hitler

 

 

 
Reproduzco el testamento político de Hitler. En las imágenes podemos ver copias del original, tal y como fue redactado por Hitler. Abajo la traducción. Suele ocurrir que en muchos libros no lo incluye entero. Ciertamente el testamento nos indica claramente que Hitler, a pesar de su deterioro físico, convervaba íntegreas sus facultades mentales.
MI TESTAMENTO POLITICO

Desde 1914, cuando como voluntario realicé mi modesta contribución a la guerra mundial impuesta al Reich, han pasado ya más de 30 años. En estas tres décadas, sólo el amor que siento hacia mi pueblo y la lealtad que me inspira han guiado mi persona y mis pensamientos m, mis actos y mi vida. Me ha dado la fuerza necesaria para tomar las decisiones más graves jamás impuestas a un mortal. He agotado todo mi tiempo, mis energías y mi salud en estas tres décadas. No es cierto que yo o cualquier otra persona en Alemania deseáramos la guerra en 1939. Ésta sólo la deseaban y la instigaron aquellos estadistas internacionales que eran de origen judío o bien trabajaban para los intereses judíos. Yo he realizado numerosas propuestas de limitación y control de armamentos que la posteridad no podrá negar eternamente para que la responsabilidad de haber iniciado la guerra recaiga sobre mí. Además, nunca he deseado que, después de la primera y trágica guerra mundial, hubiera una segunda contra Inglaterra, por no decir Norteamérica. Los siglos pasarán, pero de las ruinas de nuestras ciudades y nuestros monumentos artísticos, el odio volverá a crecer de nuevo hacia las personas en última instancia responsables, hacia aquellos a quienes tenemos que agradecer todo esto: el pueblo judío internacional y aquellos que lo ayudan.

Tan sólo tres días antes del estallido de la guerra germano-polaca, le sugerí el embajador británico en Berlín una solución para el problema alemán similar a la adoptada para el distrito de Saar, bajo control internacional. Tampoco esa oferta se puede negar. Su rechazo se debió únicamente a que las personas que tienen una influencia decisiva en la política británica deseaban la guerra, en parte porque esperaban ventajas comerciales, en parte por la influencia de la propaganda organizada por los judíos internacionales. También dejé claro que si, volvía a contemplarse nuevamente a los pueblos de Europa como meros accionistas de los conspiradores internacionales del dinero y las finanzas, entonces las personas verdaderamente culpables de esta guerra asesina tendrían que responder por ello: los judíos. Tampoco dejé ninguna duda de que esta vez no debía suceder que millones de hijos de las naciones europea y aria murieran de hambre, que millones de hombres adultos fallecieran y cientos de miles de mujeres y niños fueran abrasados y bombardeados hasta la muerte en las ciudades, sin que los verdaderos responsables pagaran por su culpa, aunque fuera de una forma más humana.

Después de seis años de “lucha” que, a pesar de todos los reveses, pasarán a la historia como una de las manifestaciones más gloriosas y valientes del deseo de supervivencia de una nación, no puedo abandonar la ciudad que es la capital de mi país. Dado que nuestras fuerzas son demasiado pequeñas para seguir oponiéndose al ataque enemigo en esete lugar y dado que el valor de la resistencia personal está viéndose reducido y tergiversado por la actuación de personas sin principios, deseo que, al permanecer en esta ciudad, mi destino se sume al que millones de otras personas han asumido también el suyo.

Además, no quiero caer en manos de unos enemigos que, para entretenimiento de las masas alimentadas por la propaganda del odio, esperan un nuevo espectáculo organizado por los judíos. Por lo tanto, he decidido permanecer en Berlín, y en este lugar, escoger la muerte voluntaria en el momento en que crea que la sede de la oficina del Führer y a la vez Canciller no pueda seguir siendo defendida. Muero con el corazón lleno de alegría consciente de las inconmensurables acciones y gestas de nuestros soldados en el frente, de nuestras mujeres en casa, de los logros de nuestros campesinos y obreros y de la contribución, única en la historia, de las juventudes que llevan mi nombre.

No hace falta decir el agradecimiento que, en el fondo de mi corazón, siento hacia todos ellos, y que es mi deseo que, a pesar de todo, no abandonen la lucha bajo ninguna circunstancia, sino que sigan batallando contra los enemigos de la Patria allí donde estén, fieles a los principios del gran Clausewitz. Del sacrificio de nuestros soldados y de mi propia camaradería con ellos hasta la muerte, de una u otra forma, un día crecerán en la historia de Alemania las semillas de un glorioso renacimiento del movimiento nacionalsocialista y, por lo tanto, de la realización de una verdadera comunidad nacional.

Muchos hombres y mujeres de gran valor han decidido que su vida dependa de la mía hasta el final. Les he pedido y, finalmente, ordenado que no lo hagan, y que sigan adelante con la lucha de la nación. Pido a los comandantes de los ejércitos, de la armada y de las fuerzas aéreas que refuercen de todas las formas posibles el espíritu de resistencia de nuestros soldados en el espíritu del nacionalsocialismo, poniendo especial énfasis en el hecho de que yo mismo, como fundador del movimiento, también he preferido la muerte a una cobarde huída o, peor aún, una capitulación.

Que un día pase formar parte del código de honor del oficial alemán, como yo lo forma del de nuestra armada, el principio por el cual la rendición de un distrito o ouna población resulte impensable y por el que, por encima de todas las cosas, los líderes deban dar brillante ejemplo de devoción a su tarea hasta la muerte.

Antes de morir, expulso al antiguo mariscal del Reich Hermann Goering del partido y lo privo de todos los derechos de que pueda gozar en virtud del decreto de 29 de junio de 1941, y también en virtud de mi proclama en el Reichstag el 1 de septiembre de 1939. Nombro en su lugar al gran almirante Doenitz presidente del Reich y comandante supremo de las fuerzas armadas.

Antes de morir, expulso al anterior jefe de las SS del Reich y ministro del Interior, Heinrich Himmler, del partido y de todos su cargos estatales. En su lugar nombro al Gauleiter Karl Hanke como jefe de las SS y de la Policía alemana, y al Gauleiter Paul Giesler ministro del Interior del Reich.

Goering y Himmler han causado un daño inconmensurable al país y a toda la nación, al negociar en secreto con el enemigo sin mi conocimiento y contra mi voluntad, y al intentar hacerse ilegalmente con el poder del Estado, por no hablar del acto de deslealtad hacia mi persona. Para dar al pueblo alemán un gobierno compuesto de hombres honorables, un gobierno que cumpla su cometido de continuar la guerra con todos los medios disponibles, nombro como líderes de la nación a los siguientes miembros del nuevo gabinete:

Presidente del Reich: Doenitz
Canciller del Reich: Doctor Goebbels
Ministro del Partido: Bormann
Ministro de Asuntos Exteriores: Seyss-Inquart
Ministro del Interior: Gauleiter Giesler
Ministro de la Guerra: Doenitz
Comandante en jefe del Ejército: Schoerner
Comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas: Greim
Jefe de las SS y de la Policía Alemana: Gauleiter Hanke
Economía: Funk
Agricultura: Backe
Justicia: Thierack
Educación y Culto Público: Doctor Scheel
Propaganda: Doctor Naumann
Finanzas: Scwerin-Crossigk
Trabajo: Doctor Hupfauer
Municiones: Saur
Líder del Frente de los Trabajadores Alemanes y miembro de Gabinete del Reich: ministro del Reich Doctor Ley.

Aunque alguno de estos hombres, como Martin Bormann o el Doctor Goebbels, etc., junto con sus esposas, se han sumado a mi iniciativa por voluntad propia y no quieren abandonar la capital del Reich bajo ningún concepto, sino que están dispuestos a perecer aquí conmigo, debo pedirles, sin embargo, que obedezcan mis exigencias y que, en el caso presente, antepongan los intereses de la nación a sus propios sentimientos. Con sus obras y su lealtad seguirán estando cerca de mí después de mi muerte como camaradas, igual que espero que mi espíritu siga entre ellos y siempre los acompañaré. Que sean duros, pero no injustos; sobre todo, que no permitan nunca que el miedo se convierta en consejero de sus actos y que estimen el honor de la nación por encima de todo lo demás en el mundo. Por último, que sean conscientes del hecho de que nuestra tarea de edificación de un estado nacionalsocialista es obra de los siglos venideros y que ello impone a todas las personas la obligación de servir siempre al interés común y subordinar a él su propia ventaja. A todos los alemanes, todos los nacionalsocialistas, hombres, mujeres, a todos los soldados de las fuerzas armadas, les pido que sean fieles y obedientes hasta la muerte al nuevo gobierno y a su presidente.

Sobre todo, encargo a los líderes de la nación y a las personas a su mando que observen escrupulosamente las leyes raciales y que se opongan sin piedad al envenenador universal de todos los pueblos: los judíos internacionales.

Berlín, 29 de abril de 1945 4 h 00 minutos Adolf Hitler

Sobre la muerte del presidente Roosevelt


A raíz del anterior post en el que Hitler, según Hoffmann, vaticinó que primero moriría el presidente americano Roosevelt y dijo que su muerte no cambiaría nada, Pedroboso ha mencionado escritos en donde se afirma que Hitler pensaba que la muerte del presidente americano era un signo de la Providencia y que los acontecimientos cambiarían el curso de la guerra en favor de Alemania. Esto tiene origen en el famoso libro de Trevor-Roper "Los últimos días de Hitler". Este libro fue publicado recién finalizada la guerra y contiene numerosos errores ya superados por los historiadores más modernos.  Trevor-Roper da mucho crédito en su obra a la supuesta afición a los horóscopos de los nazis y en concreto a Goebbels. En este libro se dice que el ministro de propaganda telefoneó a Hitler y le dijo:

- Mi Führer, lo felicito. Roosevelt ha muerto. Estaba escrito en las estrellas que a mediados de abril se produciría el cambio para nosotros. Estamos a viernes 13 de abril. Es el cambio que esperábamos. 

Después, Trevor-Roper hace divagaciones sobre lo increíble de que los líderes nazis creyeran que las estrellas pudieran salvarlos. Lamentablemente los diarios de Goebbels acaban el 10 de abril de 1945. Éstos serían una buena fuente para comprobar la fiabilidad de esos hechos. Poseo dos biografías de Goebbels y en ninguna se menciona el hecho. Lo que sí sabemos es que Hitler no creía en la astrología. Lo dejó bien claro en muchas conversaciones. Ciertamente se sabe que estaba interesado en el tema porque tenía libros sobre astrología. Pero sus declaraciones son determinantes para afirmar que no se dejaba llevar por horóscopos. Tengo la impresión de que ese es un mito muy difundido y que carece de credibilidad. Joachim Fest utiliza la anécdota y tiene como fuente también el libro de Trevor-Roper.

En la biografía de Ian Kershaw aparecen estos comentarios en boca de Hitler:

- Tenemos aquí el gran milagro que siempre he predicho yo. ¿Quién tiene razón ahora? La guerra no está perdida. ¡Léelo! ¡Roosevelt ha muerto!

Kershaw es más cauto y nos dice que es imposible saber si Hitler estaba tan convencido como parecía de que la mano de la Providencia había producido un cambio  en la guerra. También dice que  von Below creía que a Hitler no le había emocionado tanto la noticia como a Goebbels. David Irving ni siquiera recoge la anécdota. Mi impresión es que, aunque fuera cierta, Hitler sabía perfectamente que la muerte del presidente americano no iba a cambiar nada, como apuntó su fotógrafo Hoffmann.

La Traición de Himmler y el fusilamiento de Fegelin


He observado que con la conocida traición del fiel Himmler también existen muchas diferencias, sobretodo en lo referente a la detención y muerte del enlace y cuñado de Hitler, Fegelin. Vamos pues a repasar las siguientes versiones:

La primera conocida es la de Hugh Trevor-Roper en su conocido y desacreditado "Los últimos días de Hitler". Nos dice que en la noche del 28 al 29 de Abril Hitler despojó a Himmler de todos sus pretendidos derechos a la sucesión, escribió su testamento y se casó con Eva Braun. Dice Trevor-Roper que lo primero que hizo Hitler fue ir en busca de Fegelin. Todos conocemos las imágenes de un Hitler histérico que grita "¡Fegelin, Fegelin, Fegelin!" en la película El Hundimiento.  Bien, Trevor sigue equivocándose diciendo que Fegelin fue interrogado por el jefe de la Gestapo, Müller y que admitió que tenía conocimiento de las entrevistas de Himmler con el conde Bernardotte. Trevor-Roper opina que Hitler estaba deseoso de venganza por la traición del Reichsführer y que el fusilamiento de Fegelin se debió solo a eso. Según Trevor, Hitler se sintió aliviado pr el derramamiento de sangre. 

Joachim Fest en su biografía de Hitler nos dice que durante la noche del 28 al 29 de abril Hitler fue interrumpido por su criado Heinz Linge y le dio la noticia de la defección de Himmler. La conmoción que sufrió Hitler fue mucho más violenta que todas "las alternativas sentimentales de las últimas semanas" (¿?). "Fue el golpe más fuerte para Hitler que pueda imaginarse".  También Fest nos habla de la necesidad de venganza de Hitler y de la orden de detener a Fegelin. Después Hitler se casó con Eva Braun. En la biografia Fest no dice nada sobre el fusilamiento de Fegelin. Sin embargo en su libro El Hundimiento Fest da más datos sobre Fegelin. Según este libro fueron Bormann y Otto Gunsche quienes convencieron al Führer de hacer un consejo de guerra contra Fegelin. Eva Braun rogó a Hitler que perdonara la vida de su cuñado a lo que este se negó. También Fest dice que Fegelin fue interrogado por Muller. Durante el interrogatorio se conoció la noticia de la traición de Himmler (¿?) y en ese momento decidió el fusilamiento de Fegelin. 

Pasemos a la obra "La Guerra de Hitler" de David Irving. Durante la última semana Hitler apenas había visto a Fegelin. Pero el 28 de Abril los colaboradores de Hitler comenzaron a recibir llamadas telefónicas de Fegelin. Hitler sospechaba que Fegelin estaba emboscado y comentó con Greim la posibilidad de que el Reichsführer SS tolerase esa conducta. A última hora de la tarde Bormann comentó a Hitler la noticia que la radio aliada había dado sobre la deserción de Himmler. Entonces se efectuó un registro de los documentos de Fegelin y se encontraron documentos relacionados con la traición de Himmler así como dos cinturones con soberanos de oro y otras monedas enemigas.  Después Fegelin fue detenido y llevado al búnker. Hitler ordenó a Bormann que fuera incorporado a la lucha en defensa del centro de Berlín. Pero Bormann y Guünsche (el ayudante de Hitler) le convencieron de que si hacía eso Fegelin podría huir "por lo que el Führer ordenó que fuera sumarísimamente juzgado y ejecutado". 

Ian Kershaw, con su habitual falta de respeto a la hora de escribir sobre Hitler, dice que este "aulló" cuando conoció la noticia de la traición de Himmler. Es habitual en Kershaw poner sonidos de animales en la boca de Hitler (algo que a mi personalmente me molesta mucho pues toda su seriedad como historiador se va al garete). Kershaw dice que Hitler mandó llevarle a Fegelin y que le sometió "a un temible ataque verbal", dando a entender que Hitler personalmente interrogó al enlace de Himmler. Esto yo no lo he leído en ningún otro libro así que no le doy ningún crédito. Según Kershaw (sin duda el historiador con menos respeto a su biografiado de todos) dice que Hitler tenía "sospechas paranoicas". Entonces Fegelin fue condenado a muerte por un consejo de guerra.  "Para Hitler fue lo más parecido a una venganza contra el Reichsführer-SS", dice Kershaw.  Y ahí acaba su investigación, para mi absolutamente incompleta y falta de rigor histórico por todos los comentarios personales que hace. 

Sin embargo a mi me gusta ir directamente a las fuentes principales, es decir, a los testigos directos.  Los ayudantes de Hitler, Otto  Günsche y Heinz Linge nos van a dar pistas sobre el caso. La orden de Hitler fue que Fegelin fuera llevado al frente como condena. Günsche se quedó "estupefacto" por lo blanda de la condena. Cuando Günsche fue a ver al Führer para hablar del asunto, se encontró a Eva Braun llorando con fuerza mientras Hitler trataba de consolarla. No olvidemos que Fegelin estaba casado con su hermana. Günsche le explicó a Hitler que Fegelin trataría de huir entonces (en esto coinciden algunas versiones). Entonces la decisión de Hitler fue:
- ¡Que se degrade a Fegelin y que sea entregado a un tribunal! Lo presidirá Mohnke. 

Fue entonces Mohnke quien condenó a Fegelin a muerte y no Hitler. Es habitual leer que la muerte de Fegelin se debió a un deseo de venganza de Hitler, que lo mató por sus ansias de ver sangre. Nuevamente encontramos muchas contradicciones de un hecho histórico. Sin embargo no cabe duda de que Hitler no quiso matar a su cuñado puesto que su idea era enviarlo al frente. Finalmente, la condena a muerte de Fegelin no la dictó Hitler, sino Mohnke. 

La última foto de Hitler

Se han publicado las últimas fotografías de una serie de personajes famosos. Se pueden ver aquí. La de Hitler es esta de la izquierda. Es una foto muy conocida y parece existir un consenso en que se trata de su última fotografía. En ella aparece el Führer observando las ruinas desde su bunker. No podemos saber con certeza de qué día se trata. Quizá estudiando hora a hora lo que hizo Hitler durante los últimos días y mirando cuándo salió al exterior. De todas formas, existe otra foto menos conocida del mismo día y esta sí que pudiera ser su última foto porque esta tomada unos metros más hacía fuera del búnker, lo que indica que la foto es posterior a esta. Esta es la imagen:
 Parece lógico que esta sí pudiera ser la última foto de Hitler. Sin embargo, es menos conocida que la anterior.

Las secretarias del Führer



Ya se sabe que Hitler fue teniendo más y más confianza con sus secretarias a medida que pasaba el tiempo, invitándolas a sus cenas, tertulias y su vida íntima. Hitler las adoraba y ellas también a él. Al final, cuando se estrechaba el círculo en Berlín, Hitler las quiso poner a salvo en el Berghof. Dos de ellas, Johanna Wolf y Christa Schroeder, partieron hacia el refugio alpino de Hitler para trabajar allí y por si el Führer se decidía a ir. Quedaron dos junto a él Traudl y Gerda. El 22 de Abril de 1945 Hitler les da también la orden de marcharse. Les dice:

- Vístanse inmediatamente, señoras. Dentro de una hora despega una avión que las llevará al Sur. Todo está perdido, irremediablemente perdido.

También se lo pide a Eva Braun, que le dice:

- Tú sabes que me quedo contigo. ¿Por qué entonces deseas que me vaya?

Entonces Hitler le besó en los labios. Nunca lo había hecho en público.

Las secretarias y la cocinera contestaron:

- Nos quedamos aquí.

Hitler las miró e insistió:

- Les ordeno que se marchen.

Sin embargo, las mujeres movieron la cabeza negativamente. Al final Hitler les estrechó la mano y les dijo:

- Ah, si mis generales fuesen tan valientes como ustedes...

El relato de Traudl Junge lo conocemos de sus memorias, que inspiraron en parte la película "El Hundimiento".  Christa Schroeder tuvo un destino amargo. Al final de la guerra tuvo que colaborar con un oficial francés en la redacción de un libro, "Doce años junto a Hitler". Christa se lamentaría de por vida. Pidió perdón a sus antiguas compañeras y amigas porque "me hicieron decir lo que querían. Estaba sola, intimidada." Los editores recogieron testimonios inventados acerca de Hitler y lo reunieron en ese libro inventado acerca de Hitler. Lo curioso es que ese libro se reeditó hace bien poco, aun a sabiendas de que mucho texto esta inventado por los editores. Schroeder estuvo en un campo de concentración y, tras su colaboración con los editores, se revisó su condena y le permitieron salir del campo. La secretaria sí escribió un libro en alemán titulado "Él fue mi Jefe" pero el libro "Doce años junto a Hitler" se publicó primero en francés, de donde partieron el resto de traducciones, incluida la alemana. Christa se pasó el resto de su vida advirtiendo que ella no había dicho todo lo que se imprimió en el libro. Así pues, hay que coger el libro con mucho cuidado. Yo lo he leído y ciertamente me sorprendieron muchos pasajes. Me sorprendió mucho que se hablara de exterminios, abonos  hechos a partir de cenizas humanas y otros asuntos que sabemos Hitler nunca hablaría con sus secretarias. 

Las verdaderas memorias de Christa Schroeder las dejó ella misma al historiador Anton Joachimsthaler, que las publicó con muchos comentarios y aclaraciones. Lamentablemente no tenemos traducción al español, por lo que solo se puede conseguir en idioma alemán. Ciertamente la bibliografía sobre Hitler en español, a pesar de ser numerosa, es muy comercial y tiene numerosos errores. Gran culpa de la imagen que tenemos de Hitler la tienen esas traducciones e inventos sobre su figura. Quizá lo que podemos hacer es comparar los libros que tenemos y observar dónde están las contradicciones y errores. 

Primera imagen: Hitler con sus secretarias Daranowki y Wolf. Segunda Imagen: Christa Schroeder
Parte de la información sacada del libro Hitler y Eva Braun, de Nerin E. Gun

La Muerte de Hitler






Como no podía ser de otra forma y más viniendo de un personaje como Hitler, existen multitud de leyendas en torno a la muerte de Hitler. Nuevamente aquí, la imaginación y la mentira han circulado por doquier. Dejando a parte leyendas aburdas como su huída en submarino hacia Suramerica (muy popular es esta leyenda en Suramerica) y mentiras como que Hitler obligó a Eva Braun a suicidarse (existe incluso una película en la que el Führer insulta y degrada a Eva antes de suicidarse) voy a exponer las diversas formas de suicidio que tuvo Hitler según algunos historiadores o testigos.

Como todos sabemos, los hechos tuvieron lugar el 30 de Abril de 1945. Hitler decidió morir a las tres de la tarde. Sabemos que Hitler y muchos nazis tenían ampollas de veneno que eran muy efectivas. El mismo Hitler las repartió entre su personal, sintiendo no poder ofrecer otro regalo mejor. Según David Irving, en su libro "La Guerra de Hitler", el Führer "se llevó la pesada Walther de 7.65 milímetros a la sien derecha, quebró con los dientes la ampolla que se había introducido en la boca y oprimió el gatillo".

El autor Joachim Fest, en su obra "Hitler", dice que Hitler se encontraba sentado, desplomado sobre sí mismo y con la cara completamente ensangrentada. Pero no dice en dónde se disparó. Pero sí incluye una buena reflexión sobre aquellos que intentan contradecir a Hitler mediante el desprecio incluso en su muerte, por los que pretenden negarle el valor necesario para escoger la mucho más difícil muerte mediante una bala. Sin embargo Fest, en su libro "El Hundimiento" sí dice que Hitler tenía la sien izquierda perforada por un orificio del tamaño de una moneda.

El último gran biógrafo de Hitler, Ian Kershaw, dice que "La cabeza de Hitler colgaba inerte. De un agujero de bala de la sien derecha goteaba sangre".

El historiador Hugh Trevor-Roper en su conocido libro "Los últimos días de Hitler" dijo que Hitler se había pegado un tiro en la boca. Como esta obra fue la primera en salir a la luz sobre los últimos días de Hitler, circuló mucho esta versión del tiro en la boca, como por ejemplo la biografía de Alan Wykes o de Karl Zheiger, que también lo afirman.

¿Disparo en la sien o en el paladar? ¿Se tragó el Führer la capsula de veneno primero y después se disparó? Nunca se sabrá. Lo que sí es absolutamente cierto es que hacia las tres y media de la tarde del 30 de Abril de 1945 el cadaver de Hitler estaba manchado de sangre. También es cierto que Hitler portaba una capsula de veneno.

Existe un documental llamado “Qué pasó realmente con Adolf Hitler” y trata sobre el cadáver del Führer. Es un documental hecho a raíz de investigaciones tras la caída de la URSS y el acceso a los archivos allí guardados.. Según el documental, durante medio siglo la verdad sobre el cadáver de Hitler fue ocultada deliberadamente. Un periodista holandés y otro británico emplearon tres años para investigar qué ocurrió realmente. Al parecer Stalin estaba obsesionado con Hitler. Tuvo una secreta colección de objetos personales del Führer. Cuando murió Stalin, ordenó que esos objetos fueran guardados para siempre en las cámaras del museo militar de Moscú. A partir de 1991 se pudieron fotografiar esos objetos. Entre ellos podemos observar fotografías de Hitler junto a niños (que no debían de ser muy secretas puesto que ya las conocíamos), acuarelas, unas botas en excelente estado de conservación, un bastón tallado en roble y, lo más asombroso, un violín. El violín tenía un acabado con la figura del propio Hitler. También había una chaqueta de gala parcialmente chamuscada, probablemente por el asalto ruso al búnker. En el documental se asegura que Hitler ordenó envenenar a su perra Blondi. Eso es de sobra conocido. Pero también afirman que ordenó envenenar al perro de Eva Braun, cosa que no había oído yo en la vida. De hecho, no tengo constancia de que el perro de Eva Braun llegara al búnker, pero eso aseguran en el documental. 


La chaqueta de gala y las botas de Hitler

Como es conocido, apareció un cadáver con un parecido a Hitler muy grande. Estas imágenes del supuesto cadáver de Hitler dieron la vuelta al mundo y en muchas publicaciones aún sigue apareciendo como el cadáver de Hitler. Pero se sabe que es falso. Un patólogo observó los detalles de la oreja del cadáver, que no coincidían con los de Hitler. En el documental se afirma que Hitler tenía varios dobles que presenciaban desfiles o aparecían en actos en su lugar. Yo no tengo muy claro esta historia porque no me imagino a Hitler autorizando a suplantarse a si mismo con otra persona. 

En un cráter cerca del bunker se encontraron los cadáveres de un hombre, una mujer y dos perros. Los restos fueron trasladados a un hospital a las afueras de Berlín. En 1995 ese hospital permanecía en idénticas condiciones que en 1945. Allí vieron que los cuerpos tenían cianuro potásico. El ayudante del dentista de Hitler fue obligado a dibujar las dentaduras de Hitler y Eva Braun y coincidían perfectamente. Fue la prueba más convincente. La autopsia les reveló también que la boca de Hitler tenía restos de cristales, el cuerpo estaba muy calcinado y que tenía solo un testículo. Faltaba también parte del cráneo. Se concluyó pues que la muerte le llegó por envenenamiento. Pero Stalin no se fiaba mucho. Acusó a los aliados de haber dejado escapar a Hitler. La propaganda de la guerra fría había comenzado. A Stalin le convenía mantener a Hitler vivo así que ordenó la incineración de esos cuerpos. Sin embargo no se llevó a cabo. Testigos presénciales lo aseguran. Uno de ellos asegura que los cuerpos fueron enterrados, sacados y vueltos a enterrar en varias ocasiones. Dos testigos de la SMERSH fueron llevados a Alemania en 1994 para revivir los hechos. En un bosque fueron enterrados los cuerpos junto con los de Goebbels, su esposa e hijos. Stalin quiso una segunda autopsia que confirmó los resultados de la primera. Después los cuerpos fueron llevados a la ciudad de Maddeburgo. Los dos testigos de la SMERSH regresaron allí 50 años después. Uno de los agentes localizó perfectamente el lugar donde se encontraba la familia Goebbels y Hitler. Con un radar se procedió a su búsqueda. Se excavó sin éxito. 

En el archivo de Moscú se encontraban unos restos que fueron filmados por vez primera. Corresponden a una nueva búsqueda de los restos de Hitler que se llevó a cabo un año después de la guerra personalmente por el jefe de la policía de Stalin Beria. Como resultado de esa operación obtuvo unos huesos de cráneo parcialmente quemados. Beria se los llevó con él, probablemente para entregárselos en persona a Stalin. El agujero del cráneo sugiere que Hitler se disparó en la boca. 
Supuesto craneo de Hitler


Otro detalle del documental es que el piloto de Hitler aseguró a los rusos que Eva Braun estaba embarazada cuando se suicidó. 

Pero todo acaba con incógnitas con el cadáver de Hitler. Las puertas del Kremlin siguen cerradas. Y allí se esconden muchos secretos sin desvelar.
El bastón de Hitler, tallado en roble, y el violín del Führer.

Los Últimos Días de Hitler



He estado mirando en mi biblioteca los libros que tengo sobre los últimos días de Hitler. Desde siempre el periodo de los últimos días de Hitler han interesado mucho al gran público, tanto que incluso se han producido varias películas, la última, El Hundimiento, inspirada en el conocido libro de Joachim Fest. Personalmente creo que si estás interesado en la figura de Hitler, sus últimos días son probablemente su etapa menos interesante. Pero el Búnker y su suicidio ritual han despertado mucho morbo entre el público. Como todo lo referente a Hitler, muchos de estos libros contienen errores o inexactitudes. El primer libro que leí fue quizá el referente de todos, Los Últimos Días de Hitler de Hugh Trevor-Roper. Fue éste un historiador británico que trabajó para el ejército británico y que en su momento tuvo acceso a documentos e interrogatorios. Pero Trevor-Roper quedó en entredicho a principios de los años 80 cuando dio por válidos unos diarios de Hitler que la revista Stern comenzó a publicar. Como se sabe, fue David Irving quien descubrió su falsedad. Trevor-Roper también utilizó en su día citas de autores como Hermann Rauschning que, como se sabe, están desacreditadas por ser falsas.
Con el tiempo y en especial en los últimos años han aparecido libritos de cualquier personaje que dice vivió los últimos días de Hitler como testigo. En ese sentido me merece mucha desconfianza el libro de Rochus Misch "Yo Fuí Guardaespaldas de Hitler" para empezar, porque no fue su guardaespaldas. El ayudante de campo de Guderian también escribió un librito muy prescindible llamado "En el Búnker con Hitler". El libro de Michael A. Musmanno, "Los Últimos testigos de Hitler" está repleto de falsedades y tópicos. Contiene frases atribuidas a Hitler que suenan tan cómicas que resulta muy dificil darles crédito. Incluso contienen los tópicos en desuso como que Hitler se lanzaba a morder las alfombras para calmar sus nervios.
Quizá el segundo libro más famoso sobre el tema sea "El Hundimiento" de Joachim Fest. Yo suelo recomendar su biografía de Hitler pero Fest tiene una forma de escribir un tanto peculiar. A veces se resulta un tanto obsesivo. Según Fest Hitler fue un personaje destructivo, y nos pone un ejemplo absurdo: la última orden de Hitler fue destructiva: quemar su cadáver. Esto es ridículo y poco serio. También el libro contiene errores o impresiones de Fest que no son nada serias como cuando afirma que a Hitler le complació más el desmoronamiento de las últimas semanas que cualquiera de sus victorias. También dice Fest que Hitler, al conocer la traición de Göring, se acaloró hasta el punto de acabar llorando como un niño. Nadie de su entorno contempló llorar al Fürher jamás.
Por lo que respecta a la película "El Hundimiento" caben apreciar numerosos errores. Ciertamente su ambientación es excelente pero muchas escenas son terriblemente exageradas. En general las explosiones de cólera de Hitler jamás existieron, sin embargo, parece que prevalecen en las biografías de Hitler. Hay muchas escenas de la película que son inventadas o no están lo suficientemente contrastadas. El último encuentro de Hitler y Speer no fue tan emotivo como lo presenta la película. Tampoco el destino final de la secretaria Traudl Junge fue como se narra ya que se sabe que fue violada repetidas veces por soldados rusos (según los editores Henrik Eberle y Matthias Uhl de "El Informe Hitler").
A propósito del suicidio de Hitler existen muchas versiones al respecto. También en lo referente a su cadáver. En un próximo post hablaré sobre esta cuestión.