EL SOL NEGRO
1- Historia del culto del Sol Negro
Cuando los últimos restos de la Hiperbórea Polar desaparecen, los nórdicos-polares bajan hasta Egipto, construyendo la Esfinge, las pirámides y otros monumentos ciclópeos. Ya con el tiempo, fundan la Primera Dinastía. “Osiris es Wotan, el Misterio de Wotan crucificado en el árbol Iggdrasil” (“Adolf Hitler, el Último Avatara”, Miguel Serrano).
En el origen de Egipto, hallamos a Atum-Ra, la divinidad del Sol Negro. En Heliópolis, denominada On en egipcio, la Ciudad del Sol, se hallaba el Templo del Fénix. Ese templo antiguo era un lugar sagrado, un espacio para la divinidad. Al alba, a imagen de Zep Tepi (el Primer Tiempo de los antiguos egipcios), en el interior del recinto del templo, el Fénix –el rayo del sol– alcanza la piedra de Benben, el Piramidión cónico de hierro meteórico, colocado en lo alto del obelisco situado en el centro del recinto.
Al resplandecer, el Piramidión es renovado en el recuerdo del nacimiento de la Colina que emergió de las Aguas Primordiales cuando tuvo lugar el comienzo del mundo.
Atum, padre de todos los dioses, es el mismo túmulo primordial, el gran “El-Ella” de la doble sexualidad (andrógino). La raíz de su nombre (tm) significa tanto la nada como el todo. Atum es la totalidad de la existencia y de la no existencia.
Atum es representado antropomórficamente con la doble corona de Egipto, la blanca del norte y la roja del sur, o con la cabeza de halcón y tocado por la serpiente cósmica Uraeus enroscada en torno a un disco solar. Simboliza el sol del atardecer, que sería sustituido en el curso de los siglos por el culto a Ra, el sol en el cenit.
Atum es un dios misterioso, un Sol Negro esencialmente invisible, que se transforma en el Sol nocturno que viaja a través de las regiones subterráneas. Así mismo es el árbitro del destino sentado en el polo del mundo.
Con el tiempo, la religión oficial de Egipto relegó a Atum, para ser sustituido por el culto a Amón.
Unos 1400 años después de fundada la Primera Dinastía, Tuthmosis III, hallándose junto a la Esfinge, tuvo una revelación en sueños: Atum-Ra le llamaba a restaurar la Esfinge y revitalizar el antiguo culto de los orígenes. Pero los sacerdotes de Amón le presentaron una enconada resistencia, impidiéndole en la práctica su tarea.
Unas generaciones después, el faraón Akhenatón y su esposa Nefertiti se deciden a restaurar definitivamente el culto a Atum. Para tal fin, trasladan la capital de los dos reinos de Egipto a una nueva capital edificada donde se halla la actual Tell el Amarna. Así, el poder del país del Nilo es desplazado del culto a Amón en Tebas (Luxor) en lo que es considerada como la Revolución de Amarna. ¿Qué significaba todo esto?.
Cuando Akhenatón inicia su reinado, la casta de los sacerdotes de la ciudad de Tebas, seguidores de Amón, dios del Alto Egipto, era una élite poderosísima que regía la política imperial. Sobre la base de este poder fáctico en el curso del tiempo, el dios local Amón había derrocado al antiguo Padre de los dioses, Atum-Ra.
Como hemos dicho, Tuthmosis III, debido a la enconada resistencia que presentaron los sacerdotes de Amón, fracasó en su tentativa de restituir el culto de Atum-Ra. Por esto Akhenatón y Nefertiti han de tomar medidas radicales y definitivas, como construir una nueva capital de Egipto, para conseguir apartar a los sacerdotes de Amón del poder del País del Nilo.
Esta revolución duraría sólo 17 años. Los sacerdotes de Amón consiguieron finalmente abolir el culto a Atón, aniquilando la Familia Real e imponiendo una nueva dinastía.
El monoteísmo judío, con las “tablas de la ley de Moisés”, y más tarde el judeo-cristianismo, son el eterno enemigo de este culto de Zep Tepi (el Primer Tiempo Primordial).
2- Savitri Devi
Savitri Devi nace en Lyon, Francia, el 30 de septiembre de 1905, en el seno de una familia griega. Su verdadero nombre es Maximiani Julia Portas. Desde muy joven se decanta por su excepcional capacidad para el estudio. Dominaba a la perfección ocho idiomas, incluido el hindi y el islandés. Doctorada en letras, también obtuvo varios diplomas en física, en química y en biología. Era una mujer consciente de sus orígenes griegos. Admiraba a “aquella civilización forjada en el hierro y en la verdad que fue la antigua Grecia de los héroes”. Al igual que para otros intelectuales del irracionalismo, para ella el canto del cisne de esta época heroica había sido la Guerra de Troya. Tras esta confrontación, la cultura helena se sumergió definitivamente en una era oscura. Identificando la perversión de la filosofía racionalista y del judaísmo, Savitri Devi nunca aceptó el judeo-cristianismo. Era profundamente pagana, aria y europea, así como enamorada de los brillantes dioses solares del hinduismo. En 1936 se establece definitivamente en India. Las autoridades británicas la identificaron como sospechosa y la mantienen bajo estrecha vigilancia, ya que conocían su simpatía por el nacionalsocialismo de Hitler. Tras el estallido de la Guerra Mundial, Devi se casa con Krishna Mukherjie, un brahmán indio que publicó una revista filo-nazi enmarcada en el nacionalismo hindú, la New Mercury, clausurada en 1937. Devi criticaba la degeneración que padece Occidente. En su opinión, Occidente se había convertido en un mundo falso, vacío, hipócrita y caldo de cultivo de todo tipo de decadencia cultural y social. De este modo, entendía que Hitler y el nacionalsocialismo habían de conseguir restaurar el mundo heroico. Para restaurar este mundo, Devi vio al nazismo como un reflejo de la revolución que en su día emprendiera Akhenatón. Es la recuperación del culto de Atón, el culto del Sol Negro, el Padre de los dioses, identificado con el sol. El culto de Atum-Ra, para Devi, como para otros ocultistas filo-nazis, había sido falsificado por el judío (Moisés), quien sobre esta base egipcia formuló el monoteísmo judío. Cuando la guerra profana fue ganada por los agentes de la contra-iniciación, Devi y otros destacados ocultistas permanecieron firmes en su convicción, comprendiendo que la guerra secreta no cesará nunca en tanto que el mundo siga existiendo. Devi, Schwaller de Lubicz o el ex embajador chileno Miguel Serrano, nunca han traicionado su lealtad con la causa nazi. Tras 1945, Devi realizó un peregrinaje por Europa y la Alemania destruida, profesando su fe por los pueblos alemanes, llegando hasta el lugar más sacro de esta que fue una gran nación. Allá, en Externsteine, las Rocas del Sol, Devi pasó una noche: “Y en medio de la noche, percibió la Antigua Luz. Luchadora infatigable, guardó esa Luz toda su vida, hasta morir combatiendo por el Führer”. (...) “Poco antes de partir de esta tierra, me había hecho envío de un poema suyo manuscrito: “Never forget, never forgive...” (nunca olvidar, nunca perdonar). Sí, Savitri, querida camarada, ¡nunca!... Y nunca te olvidaremos a ti tampoco ni perdonaremos el daño que te hicieron”. ( “Adolf Hitler, el Último Avatara”, Miguel Serrano). 3- El concepto de la Vida La verdadera religión es la que nos re-liga a la divinidad; la que nos enseña a conocer el concepto y el principio mismo de la Vida y a participar de Él. Si no alcanzamos a comprender el sentido profundo y la naturaleza de la Vida, los ritos y los cultos religiosos, podrían parecernos tan sólo meros gestos, movimientos y palabras carentes de toda entidad. El mundo “democrático” moderno, proyección de un demonio y víctima del materialismo, se limitaría a entender por “vida” únicamente al espacio de tiempo que transcurre desde el inicio de actividad de un ser físico en este mundo (nacimiento) hasta su cese de actividad (muerte). No obstante, los antiguos tenían un concepto de la Vida mucho más esencial. Según ellos, la Vida es la fuerza que anima, esto es, el elemento que vivifica el cuerpo y que infunde vigor a un ser viviente. Esta fuerza da vigor; el vigor otorga robustez. La virtud está un grado más allá de todas ellas y es el resultado o la consecuencia de las mismas. Muchos pueblos antiguos tenían culto por la fuerza, entendiendo como tal a este “quinto elemento” vivificador. En la filosofía romana, virtus, en sentido propio, es la fuerza de ánimo, la virilidad autoexigente. La virtud es el resultado de la fortaleza consciente. Se desarrolla trabajosamente y es fruto del dominio de uno sobre sí mismo. Este dominio de sí mismo, permite que el espíritu pueda llegar a manifestarse. Es decir, el espíritu del iniciado consigue liberarse cuando este alcanza la virtud. Entonces, la forma en que la persona se manifiesta en el mundo cambia: adquiere dominio sobre las diversas situaciones en que se desenvuelve, un dominio más allá de la mera mecánica material. La naturaleza entera le sigue y obra su voluntad. Su ser actúa de forma libre. De esta forma, es capaz de obrar prodigios más allá de toda lógica racional. No es nada sobrenatural, ya que el iniciado entiende y sabe que el espíritu es tan natural como todo lo que existe, incluido lo que es aparente y no tiene existencia real, como este mundo material. Como hemos indicado en anteriores capítulos, la VIDA no es el espacio de tiempo en que los cuerpos materiales viven sobre el mundo. Nosotros entendemos por VIDA a la fuerza vital que anima y da vigor. El hombre que es uno con la VIDA, es un hombre-virtud y en él no puede entrar la muerte. 4- El Sol Negro En los misterios antiguos, los iniciados aprendían a liberarse de la muerte y a abrirse a la realidad del mundo espiritual. Así como el mundo material es iluminado por el Sol de Oro, el mundo espiritual es iluminado por el Sol Negro. Cuando el sol se pone, brilla la oscura luz del misterio. Para que brille el Sol Negro, es necesario que el sol de este mundo se ponga. El Sol Negro se halla tras el Sol de Oro que alumbra el mundo material. Es el Sol del Nazismo, representado por la Esvástica. Por Él se sale y se entra a un mundo no demiúrgico. “Por Él, –dice Miguel Serrano– penetran los OVNI. También es el famoso “Tubo Astral” de las iniciaciones. La Esvástica (representación del Sol Negro), es la Rueda Catarina o el Molino de Wotan, que hacen girar las tres Nornas. Esa Rueda activa la vida transcendente de los arios, que continúa más allá”. El Sol Negro, al manifestarse en el mundo, provoca un movimiento en espiral, como los chakras. El Sol Negro es vacío, fuerza transcendente que, al incidir sobre la manifestación material genera un vórtice de energía que se mueve en espiral, como una Esvástica. De ahí su representación. En el proceso de la iniciación, trátase de alcanzar más allá del último chakra (Shakra Sahasrara), esto es, alcanzar el vacío. “Es el salto al Vacío, en un Hoyo Negro, donde se acaba la luz del Sol de Oro, dentro del Sol Negro, para volver a separarse y llegar a ser NOS, separados y unidos para siempre. La Flor Inexistente. La Resurrección se realiza en el Rayo Verde, cruzando más allá del Sol Negro”. (Nos, Libro de la Resurrección. Miguel Serrano) El culto de Atum-Ra es el culto del Sol Negro, la puerta extradimensional que nos conecta con el mundo de los dioses, cuyo culto en Heliópolis-On se remonta a los orígenes de Egipto. El Sol Negro es el Sol Primigenio, el sol que ilumina el mundo espiritual y que recoge la Tradición Primordial. Si bien el descenso al interior de la tierra (el mundo espiritual) se lleva a cabo de forma natural cuando nos dormimos, o, mejor todavía, cada vez que nos entregamos al sueño, la conciencia ordinaria no puede acceder a él, “es rechazada en el umbral mismo de este universo como si le cortara el paso un ángel severo colocado junto al Árbol de la Vida” (“El yoga Tántrico”, Julius Évola). En lo más profundo de la noche brilla en todo su poder el “Sol de Medianoche” del que hablan los misterios de la antigüedad occidental. Entonces nace una luz opuesta a la que ilumina la naturaleza física, opuesta a la que permite ver con los ojos del cuerpo. Es la percepción sutil del cuerpo y de la vida. La naturaleza “espesa” del cuerpo es superada. En la visualización del sol nocturno traspasamos el intervalo que separa el cese de la experiencia del estado de vigilia y el comienzo del estado de sueño. Se hace necesario llegar a un estado de concentración que diluye todos los reflejos del mundo exterior, todas las imágenes y todos los pensamientos residuales. El Sol Negro es visualizado de forma tranquila, clara, resplandeciente. Un Sol Negro que se abre desde el “vacío” (es decir, la transcendencia). La experiencia de la luz absoluta se da cuando la conciencia es capaz de seguir todas las fases que traspasan la puerta entre la vivencia ordinaria y el punto de sueño profundo que corresponde al cambio de estado. Respecto a la percepción de la luz del Sol Negro, dice Julius Évola en su libro “El Yoga Tántrico”: “Es también la luz absoluta de la región mediana, de la que hablan tan a menudo los Upanishads, y con la que, por ejemplo, se relaciona esta frase: “Más allá de los cielos y en las profundidades del corazón” (Mahanarayana-upanishad, X,21), y también: “Dentro del corazón, en una pequeña cavidad, reposa el universo; un fuego arde ahí, irradiando en todas las direcciones”. A aquel que franquea el límite de esta región se dirigen estas enseñanzas tradicionales conocidas: “La oscuridad desaparece, ya no hay ahora ni noche ni dia” (Çvetaçvatara-upanishad, IV, 18). “El atman es el dique que mantiene el mundo; más allá de ese dique no hay ni noche ni día, no hay vejez, muerte ni dolor, obra buena ni mala. Más allá de ese dique, el ciego ve, las heridas se cierran, la enfermedad se cura y la noche se hace día, pues el Brahmán es la luz eterna (Chandogya-upanishad, VIII, IV, 1-2)”. En la práctica del yoga, los asana están ligados al principio de la inmovilidad. La inmovilidad hierática se encuentra en las antiguas tradiciones occidentales. En la práctica de la antigua realeza egipcia, por ejemplo, en la estabilidad y la inmovilidad se genera un fluido que posee un poder sobrenatural y se funde con el soberano. En los desfiles nacionalsocialistas, podemos ver la figura de Hitler permaneciendo firme y hierático, sin un sólo movimiento, ante el desfile de sus fieles seguidores. Entonces, Hitler es un Sol Negro o punto fijo, vínculo entre el pueblo y la trascendencia. A través de la figura hierática del Führer se establece la yoga o unión entre el Tercer Reich y la divinidad. Como vemos, para poder percibir la luz del Sol Negro es preciso que detengamos el mundo, apagar la luz de este mundo. Detener el flujo del mundo, cesar la respiración del mundo, alcanzar la inmovilidad, la impasibilidad absoluta del mago tántrico. Entonces, el alma se libera y se proyecta libre como una mariposa al liberarse de su crisálida. El Sol Negro es vacío que se abre cada vez más proyectando su luz inexistente sobre el mundo, luz oscura, espacio abierto infinito, puerta a otro mundo, puerta de antimateria. Dimensión hacia el mundo del espíritu que permanece abierta para los suyos: los hijos de la luz verdadera, la luz que proyecta el Sol Negro. La humanidad actual, volcada totalmente hacia el materialismo y hacia la ilusión del mundo, es incapaz de percibir la luz del Sol Negro. No obstante, su luz nunca ha dejado de brillar. La certeza de la muerte del cuerpo físico es algo a lo que el hombre no puede sustraerse. La imposibilidad de establecer vivienda firme sobre el barro, así como la crueldad del mundo al corregir el vicio y la degeneración hace que muchos busquen. Pero la VIDA es irreconciliable con la muerte. No puede vivirse por y para el mundo sin morir con él. Ya hemos explicado que la VIDA no es el mundo. El mundo es la muerte. De esto nos habla la Tradición de los antiguos. Los Maestros verdaderos, los que han superado el mundo y vencido a la muerte, transmutándose, abandonan el mundo en un carro de fuego ascendiendo a la divinidad. Es el Hombre Sol, el que ha puesto en actividad todos sus shakras, el hombre “ardiente”, o sea, “nazi”, ígneo. En germano antiguo y en lenguaje rúnico, “nazi” significa ígneo, de fuego. “Y el Héroe –como Enoch– asciende a su propio Universo, en dirección a su Flor Inexistente, en un Carro de Fuego, en un Vimana”. (“La Resurrección del Héroe”. Miguel Serrano).
EL SOL NEGRO